Me gustaría que imaginéis vuestra maravillosa mente como una habitación, la mayoría de nosotros tenemos nuestra “habitación” más o menos ordenada durante toda nuestra vida pero en ocasiones algunas personas se encuentran sin darse cuenta con que su “habitación” está totalmente desordenada….
Imaginad una cuarto de juegos para los peques; ahora imaginadlo después de que un torbellino de niños haya pasado por allí…. Todo queda fuera de su sitio, tirado por los suelos, cada pieza del juego en una punta de la habitación…
Todas nuestras experiencias, todas nuestras vivencias son cada una de esas piececitas de los juegos… y el objetivo debe ser tener nuestra “azotea” lo más ordenada posible. Cada sentimiento, cada recuerdo, cada momento debe tener un orden y un sentido/significado en nuestra cabecita… Todo debe tener su sitio en nuestra mente.
En ocasiones experimentamos situaciones o sentimientos que no sabemos dónde podemos colocarlos, no encontramos el sentido y las dejamos en un rincón esperando algún día encontrar el sitio correcto para ellos…
A veces ese sitio lo encontramos dejando pasar el tiempo, otras veces sucede que no colocamos esas experiencias en el sitio correcto nunca y aprendemos a vivir con ellas…
Pero… ¿Qué ocurre cuando no encontramos el sitio correcto para esas emociones? ¿Qué hacer cuando no aprendemos a vivir con esos sentimientos y finalmente supone un problema en nuestro día a día? ¿Qué pasa cuando sin darnos cuenta nos encontramos que nuestra habitación está totalmente desordenada?
Cuando eso ocurre es un buen momento para afrontar el problema de cara, coger cada una de esas experiencias y buscarles el sitio correcto… ya sabéis lo que dicen “Cada cosa en su sitio, y un sitio para cada cosa”.
Si es necesario nos cogeremos de la mano de un profesional que nos ayude a ordenar cada piececita…con su ayuda encontraremos el sitio que corresponde y sólo entonces nos daremos cuenta que una mente ordenada ayuda a tener una vida emocional igualmente ordenada.